A veces, los recuerdos duermen. No los hemos olvidado, solo los dejamos en un rincón donde no dolieran tanto. Ahí, en ese rincón oculto, se han convertido en pequeños fragmentos de lo que solíamos ser, esperando pacientemente a que volvamos a ellos. Son como los libros viejos que guardamos en la estantería, con las páginas ya amarillentas, pero llenas de palabras que alguna vez nos hicieron sentir. No están perdidos, solo dormidos, aguardando el momento en que nos atrevamos a abrirlos de nuevo.
Esos recuerdos no han desaparecido. Están ahí, en el olor de una vieja chaqueta, en el sonido de una canción que creíamos haber olvidado, en el eco de una voz que ya no está. Siguen vivos, esperando a que volvamos a darles vida. Porque los recuerdos que duermen no se desvanecen; simplemente se acurrucan en los lugares más profundos de nuestra memoria, esperando que estemos listos para sentir de nuevo.
Cada vez que posponemos un abrazo, cada vez que decimos «mañana lo haré», esos recuerdos se van acumulando, se van enterrando bajo el peso de lo cotidiano. Pero llega un momento en que sentimos la necesidad de volver atrás, de buscar entre esos rincones polvorientos y sacar a la luz lo que realmente importa. Porque esas pequeñas cosas, esos momentos que parecían insignificantes, eran, en realidad, todo lo que importaba.
¿Recuerdas la última vez que prometiste escuchar esa historia «otro día»? Quizás ese día nunca llegó, y ahora lo único que queda es el eco de lo que pudo ser. Los recuerdos duermen, sí, pero no olvidan. Están ahí, como un recordatorio silencioso de lo que significa vivir, de lo que significa amar y ser amado. Solo necesitamos el valor para despertarlos, para enfrentarnos a ellos y dejar que nos llenen de nuevo, aunque duela.
Despierta esos recuerdos. No los dejes dormir para siempre, porque ellos son los que nos conectan con lo que fuimos y con lo que aún podemos ser. No hay mañana garantizado para contar esas historias, para escuchar esas voces, para abrazar a quienes amamos. Lo único que tenemos es este momento, y en este momento podemos elegir no dejar que nuestros recuerdos duerman en el olvido, sino dejarlos ser parte de quienes somos hoy.